viernes, 19 de septiembre de 2008

ser es mejor

El envejecer como uno se lo propone nunca es posible, eso es un dogma de la existencia humana. envejecer es madurar, demacrarse y desaparecer de la vanguardia (en casi todas las vanguardias). Hoy me pregunto con cierta sinceridad y por qué no también con algo de miedo ¿cuándo envejecí, en qué momento dejé de ser el chiquillo ridículo de mis recuerdos?

Puede tomarse como una pregunta retórica, puede también buscarse una respuesta, aunque sinceramente no creo que exista. A fin de cuentas ni siquiera sé si realmente envejecí y de todas formas no creo que deba ser un tema de mi interés puesto que realmente no importa si envejezco o no, de todas formas mi valor no aumentará con el tiempo (ni que fuera tanto de todas formas).
El punto es que siento una diferencia innecesaria entre mi yo anterior y mi yo contemporáneo, lo que no seria tan serio si es que esta diferencia no la sintiera como algo tan abismante.
Amplia siento la diferencia. En algún punto de la recta me volví bastante más críptico (incluso a mi mismo) de lo necesario así como también opte por un sentir más barroco del mismo yo. Sin que sepa si ello es bueno o malo, aunque me inclino por esto ultimo. La vida adquiere más tonalidades de las que se pueden disfrutar y haciéndose el gris negro y blanco es poco lo que realmente puedo descifrar del total, los detalles se vuelven viles trampas al ojo puesto que adquieren una masa irreal para su valor.

Realmente no quiero lamentarme, sería ridículo hacerlo. Primero por que me encanta ser como soy, el sentir el pulso de la tierra y la ciudad es algo regocijante, a veces cansador, pero de una belleza completa y segundo por que algo en mi existencia, me convirtió en lo que soy, puede sonar a conformismo, lo sé.
Es por eso que para mi la larga pregunta de Hamlet sobre ser o no ser simplemente se reduce a disfrutar ser o negar lo que se es.

¿Tan peligrosa es la piedra de la locura?

¿Tan peligrosa es la piedra de la locura?