miércoles, 30 de marzo de 2011

Combates Brownianos

El derrotero de las ciencias sociales no dista mucho de cualquier actividad humana sin la base “exacta” de los números. Las concesiones nacidas para las ciencias le dan estabilidad, orden de acción y modelo para visiones.

Por otro lado, la relación siempre contradictoria entre el conocimiento y la forma de llegar a él permite que se alimente continuamente un desarrollo fútil de formas y maneras que al final sólo mantiene grupos parásitos tanto a nivel académico, como social. La historia desdeñada por las “exactas” pseudo ciencias sociales termina siendo finalmente sólo un pasatiempo, bonito, responsable y hasta respetable, pero siempre eso, un pasatiempo.

La memoria, como algo personal, único, propio e irrevocable quita la real labor de un trabajo metódico que ataca la individualidad en pos de crear ideas comunes a todos, la antípoda que resulta sólo genera más particularidades de memoria y sentimiento frente a un pasado, que al igual que el río de Heráclito, el mismo espacio pretérito es imposible de visitar dos veces. El hombre determinado al presente inmediato se mueve en una browniana regularidad haciéndolo imposible de guiar con esas lecciones supuestamente aprendidas y sostenidas por la ingrata labor.

A fin de cuentas el historiador es un ser egoísta, que vigila el pasado, lo disfruta, lo cambia y lo determina para quienes por falta de un absurdo interés se detienen a crear un futuro, que fin de cuentas no siempre necesita de los hombros de aquellos gigantes para ser entendido.

lunes, 4 de octubre de 2010

La porfiada percepción del ser

El ser humano se reconoce y reconoce a sus símiles, sabe que es diferente del mono, de la vaca o de la piedra, más allá de eso, queda en blanco.
La ansiedad por describirse, encontrarse, definirse y singularizarse está en directa relación a la búsqueda de un espacio en la infinitud de espacios. El hombre en sus realidades actúa, siente y vislumbra de modo diferente, desde la altanería del homo faber hasta la prudente sabiduría del homo sapiens. De un modo u otro la falta de una realidad constante y consistente nos permite, por medio de la imaginación encauzada, generar momentos y modelos para realizarnos –aunque sea a medias- como complejos seres.

La historia no es diferente.

Aquella disciplina medio científica, medio humanística no tiene una forma, no tiene un modelo, ni siquiera un objetivo. Al igual que el hombre, la historia busca algo que hacer y un porqué hacerlo. Búsqueda justificada en la realidad cambiante, pragmática y poco honorable de la historia, que pasa de ideal a ideal, de mano en mano y de la palabra al hecho con sorprendente facilidad.
El proceso de creación en la historia encuentra las mismas debilidades que su disciplina de origen, falta de centro, ausencia de motivos. La búsqueda de objetividad relegó la motivación a la fría ciencia, sin embargo el producto enclaustrado en los mismos grupos que le crearon jamás llega a consumidores reales. Renovaciones en perspectivas, mitos derribados, personajes ensuciados… todo ello reservado a personas que ante la falsedad de la objetividad prefieren mantener el status quo de una situación histórica que de tan creída que resulta aquella mentira, termina resultando verdad.

No es el pesimismo de alguien que supuestamente debería creer en la historia, es la realidad de alguien que a pesar de querer a la historia desde dentro, definitivamente la reniega en su existencia externa…

definitivamente la historia tiene más bonita mente que cuerpo.

domingo, 11 de julio de 2010

¿perder?

El valor de la experiencia radica en aprender de una situación. Por medio del ensayo y error, se obtiene finalmente el éxito. Sin embargo, y cada cierto tiempo, esos éxitos entregados por el actuar nos dan falsas nociones de acción y reacción.
Somos seres de costumbre, y finalmente nos acostumbramos a que sean así, por conveniencia o por “simple” racionalidad. Generado finalmente un sistema de acciones y reacciones nos detenemos de producir variedad en ver el mundo, nos sedamos cómodamente en la verdad racionalista. Es más fácil relegar las cosas a lo proyectado y lo determinado, los lindes del espacio reconocido siempre son más bellos que los por conocer.

Descubrir lo que está fuera del cerco de lo conocido reconoce una necesidad íntima del ser, el aprehender lo exterior para desarrollar lo interior. El hombre y en general todo ser vivo no avanza de otra forma más que por medio del contacto con lo no conocido. La dialéctica de la vida, a diferencia con la dialéctica meramente intelectual corresponde a un ejercicio no racional de actividad, el error extrañamente adquiere más valor que el éxito, en cuanto a que genera nuevos modos de actuar y reaccionar. Contrariamente, en medida que acertamos con nuestro actuar nos volvemos “cómodos” con las maneras de resolver un conflicto o una duda. El error altera, destruye y entrega una “antítesis” de la relación causa – efecto que creíamos tan lógica siendo por tanto valioso el hecho de errar, incluso por sobre el de ganar, ganar a veces nos hace flojos.

Aunque suene mediocre, de repente es bueno perder.

miércoles, 28 de abril de 2010

¿Por qué hacer historia? Es acaso que está superada y la real necesidad de mirar hacia atrás está claramente superada por la necesidad de proyectar un futuro?

Claramente el flujo del tiempo no será detenido, la verdad histórica es inalcanzable para quienes no sean carpinteros judíos o mercaderes árabes y simplemente encontrar el gusto para todos en pequeños, abordables y simpáticos libros de anécdotas es imposible. La ciencia histórica es finalmente un círculo de interpretaciones, reinterpretaciones y regeneraciones de temáticas, nada nuevo, pero tampoco nada viejo, simplemente numerosas visiones de diferente interés, así como cualquier expresión artística, la historia se transforma, se banaliza o se sacraliza.

Continuar la senda de aquellos chamanes del tiempo es un hobby, una forma sencilla de ganarse la vida y finalmente una misión capital que nadie ha pedido. No creo las patrañas de la necesidad de conocer el pasado para generar un futuro, sino más bien creo en la curiosidad propia y en la morbosidad de saber que pasó antes, comprender, reconocer y aprehender son cosas utópicas, por lo menos por ahora, por lo menos por hoy.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Perspectivas,

Recobrar el hábito de colocar algunos textos. El chamán entrega algo a la corriente informe y infinita de Internet.

Nunca le había dado importancia a mi propia percepción de la realidad. Habiendo cometido el error de confundir realidad con verdad, había vivido en una perspectiva que a mi parecer no era diferente a la del resto; los hombres eran hombres, los árboles no mucho más que árboles y una hoja en blanco un espacio que necesitaba ser rellenado.
Dibujos, frases sueltas, relatos medio coherentes, ideas o miedos colmaban aquellos papales que llegaban a mis manos. Acompañados de ojos ajenos, de manos impropias y una que otra palabra de aprobación y otras cuantas de oprobio y crítica, dejé crecer aquellas líneas sin mayor cuidado que una pequeña luz que les acune y tiempo que les proteja.
Traté de darles mejores nombres, arreglar sus defectos o simplemente busqué releer esas pequeñas cosas que me dije a mí. Pequeños consejos, comentarios lapidarios e incluso percepciones que no recordaba. Así como los sueños de la vieja tortuga que regresan a acunar a los salidos del cascarón.
El renacimiento de mi mirada hacia el mundo no produjo otra cosa que curiosidad, regenerar aquellos espacios comunes o aquellas melodías matizadas con su entorno. Todo en un apetito por reconocer y aprehender. Si bien la ciudad y sus acordes quiebran aquella relación, es justamente el encontrar aquellos trazos polvorientos lo que mantiene viva la ilusión de recobrar aquellas perspectivas que no tomé en cuenta.
Junto a aquello que habita en la noche, en conjunción a líneas dibujadas en el cielo y contrapuesto a lo longitudinal del suelo. Quebrando el huevo del mundo y desdibujando la parafernalia de la existencia, es lo que busco, y que de encontrar, posiblemente me devuelva aquellas perspectivas que no supe apreciar.

domingo, 5 de julio de 2009

Mundo y Postmundo

¿Cual es la respuesta frente a la estilización vacua de la sociedad? Puesto que ciertamente la evolución de la forma ha logrado puntos de desarrollo increíbles a lo largo de las últimas décadas. Ya sea en el cine con el desarrollo de los efectos especiales y la preparación física de actores, o en la música, en donde el desarrollo de las grandes discográficas ha permitido la creación de grupos e interpretes por sobre el semillero que era la misma sociedad.

Sin preocuparnos del fondo estamos creando estructuras tan ligadas a una belleza primaria, excretadas de consideraciones simbólicas o propias. Son producto más que medio, mensaje o intención, no generan nada tras de sí. Eso en mi opinión resulta peligroso, puesto que resta valor al consumidor, al que escucha, al que ve y por tanto al que debería opinar, criticar o alentar.

Es a manos de una mal entendida libertad de expresión, que se ha perdido el valor a la crítica, al designar valor a un elemento artístico, a una manifestación humana, sea esta con fines comerciales o no. Bajo la justa intención de respetar lo que el otro piensa y gusta hemos simplemente olvidado la importancia de la calidad, la técnica y por tanto obligar al creador a alcanzar su arete creativo, o por lo menos designar un mensaje a su creación.

Ejemplos sobran y sin la intención de herir sensibilidades (es inevitable) es fácil señalar ejemplos de mercadeo insensible y vacío: el cine con sus remakes e innecesarias continuaciones –Transformers, Dawn of Dead, Texas Chain Saw Massacre y un largo etc- la literatura es más clara, puesto que con la muerte de los clásicos frente a la cultura posmoderna se a creado una brecha a las “novelas entretenidas” en donde una serie de vampiros amanerados, traidores a su tradición literaria y mitológica se reúnen a magos llenos de ideas sacadas de trabajos anteriores –además de una gran cantidad de novelas históricas poco cercanas a la realidad de cada época-, sencillamente la buena literatura actual desencanta y no logra competir contra las novelitas ligeras.

A fin de cuentas el problema no es que exista creación mediocre, el punto es que no se puede criticar, puesto que chocamos contra la superior libertad de querer oír, leer y ver lo que más nos guste, aunque sea malo. Así que mejor no continuo, estaré afectando a quien lee –si es que vale la pena leer, puede que este denunciando mi propio pecado (Mateo 7,3)-

sábado, 21 de marzo de 2009

The Sound of the Silence

En la eterna batalla contra el vacío de la existencia la cantidad de bajas es irrelevante, así como la logística o los contenidos y visiones estratégicas. Lo que sea que creó la existencia o realidad simplemente no tenía intención de darle un fin a lo que podría ser la base en la entropía de la esencia.

Es por tanto que no se puede perder, o ganar, en el conflicto que es buscar un punto fijo en la realidad, puesto que la imagen, la esencia y el contenido no son más que ilusiones resultantes de la necesidad de realidad, de tangibilidad y de existencia. Estamos obligados a sentir el “yo” como algo personal, único y poseído por nosotros. A fin de cuentas nuestras fronteras son justamente lo que nos define, el ser nos restringe a parecer y pertenecer.

Alejados del modelo demiúrgico terminamos creando individualidad y carencia de perpetuidad a nivel de flujo. Alojados en la forma y el concepto además de sentir un reconfortante sometimiento a lo prescrito y figurado no terminamos estancando y calcificando.

La falta de flujo es entendida como la carencia de movimiento a nivel superior, así como un apresado estigio que concentra almas opacas, es ese estancamiento espiritual incluso gnóstico el que perpetuamente marchita al ser. Así como árboles secos y muertos el hombre permanece y perdura sin algún valor en el espacio. Siendo siempre parte “de” más no complementando ese elemento.

Es por ello que la respuesta radica más en el “ser” más que en el existir. Puesto que la acción no recae solamente en el ocupar el espacio (el “existir” en una manera más básica). Al no realizar acción, ruido, golpe, destrucción a la par de creación el amplio espacio del mundo, de la realidad queda silencioso y opaco. La sinfonía de colores, formas y sonidos queda aplacada bajo sinuosos espacios plagados de leña muerta o sea de nosotros.

Es así que el sonido del silencio adquiere algo más, un peso y una angustia existencial. el tratar de gritar y ser apagado por el propio ser.

¿Tan peligrosa es la piedra de la locura?

¿Tan peligrosa es la piedra de la locura?